Una consultilla
Quien ejerce como abogado sabe de lo que hablo sólo con ver el título, quien aún duda es que no ha ejercido nunca, o al menos no lo ha hecho de cara al público.
Es muy frecuente que conocidos, amigos, familiares e incluso terceros contacten por distintos medios para hacer “una consultilla” al abogado.
La consultilla en cuestión no deja de ser un eufemismo que encierra la voluntad de hacer una o varias consultas pero sin pagar nada, pues se hacen -o así lo pretenden- con un carácter distendido, desenfadado, a poder ser fuera del despacho o por teléfono, y claro está, sin facilitar ningún tipo de documentación relacionada.
Sin entrar en la cuestión personal, ese tipo de consultas perjudican, sin duda, a los clientes, pues al hacerlas del modo antes descrito y prestarlas el abogado a modo de “favor”, suelen quedar en el tintero muchos datos que afectan a la cuestión de fondo sobre la que se trata.
Así las cosas el resultado que ese tipo de consultas suele arrojar es un dictamen incorrecto, incompleto o desenfocado que lleva al cliente a errar -o persistir en el error- y a la generación de una situación aún peor que antes.
Así, es altamente recomendable para el cliente que se deje de “consultillas”, pues ya se sabe que lo barato sale caro, y que asigne a las consultas legales que deba hacer la debida importancia que merecen. Sin duda lo acabará agradeciendo.
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